Hace muuuucho que no actualizamos el blog. Van a disculpar ☺.
El destino ha querido que ambos fuéramos elegidos para realizar una residencia artística con la Comunidad Inti Wara Yassi, una ONG boliviana que gestiona tres centros de custodia de fauna silvestre rescatada del tráfico. Así que esta vez no podíamos dejar de escribir un post sobre la experiencia que hemos vivido estas Navidades en la jungla.
Al estar residiendo en Bolivia hemos tenido la oportunidad de visitar los tres centros, que son bien diferentes entre ellos.
Primero fuimos al centro Machía, que no está muy lejos de Cochabamba. Allí tuvimos nuestro primer contacto con monos y aves. Tenemos pendiente una nueva visita para conocer al oso Balú.
Meses después visitamos Jacj Cuisi, el más remoto de los tres centros. Fue una experiencia muy interesante y nuestro primer contacto con pumas.
Finalmente pasamos unos días en Ambue Ari y enseguida supimos que era el lugar donde queríamos hacer la residencia propiamente dicha. Este centro es algo bien especial. No dispone de electricidad (solo un generador que funciona unas horas concretas al día), ni agua caliente, ni internet, los baños son de compostaje, los colchones de paja… Pero una vez te acostumbras, esa falta de “confort” no tiene ninguna importancia.
Además tuvimos los contratiempos de la estación húmeda: hordas de mosquitos, zonas anegadas de agua, humedad de hasta el 90% que impide que se seque la ropa… La primera semana fue un gran reto de superación personal. El cansancio físico por el duro trabajo, el calor y la humedad, las picaduras, todo se suma para hacerte pensar ¿Qué demonios hago yo aquí?
Pero pasado ese periodo de adaptación empiezas a olvidarte de todo eso y a disfrutar cada minuto que pasas con los animales. En Ambue Ari tuvimos el privilegio de conocer jaguares, pumas, ocelotes, monos nocturnos y aulladores, varios tipos de aves, tejones,…
La gran mayoría de los animales no pueden ser liberados porque no tienen las capacidades e instintos para sobrevivir, así que lo que se hace es tratar de darles una vida lo más feliz posible. Cada caso es un mundo y requiere un protocolo diferente.
Al pasar allí un mes entero en mi caso pude establecer una relación especial con dos animales, Niko, una puma, y Rogue, una mona nocturna.
Nico es una puma muy miedosa y por ello, a diferencia de otros pumas, no se la puede sacar a pasear por la selva. En su caso el voluntario entra a su enorme jaula, que es un pedacito de jungla vallado y simplemente le hace compañía. Nico tarda varios días en acercarse a ti. Tienes que ganarte su confianza. Cada día camina un poquito más cerca, hasta que por fin se produce uno de los momentos que recordaré el resto de mi vida, y es cuando hace chocar su cara con la tuya.
Con Nico tienes que estar muy quieto, no puedes levantarte ni dejar que vea tus manos. Tampoco le gusta que lleves red o sombrero en la cabeza, por lo que los mosquitos llegan a ser un grave problema. Pero todo vale la pena por sentir como aprecia tu compañía.
El otro animal con el que más trabajé fue un mono nocturno. Es una especie peculiar, son muy pequeñitos y duermen durante el día. Con ellos el trabajo consiste es sacarlos con una cuerda para que jueguen en las ramas de un árbol. Hay que ser bien diestro para que no se te queden enredados, pues son bien rápidos y juguetones.
Por lo demás la convivencia con los voluntarios y trabajadores del centro es muy gratificante, conocimos a muchas personas encantadoras y debido a las condiciones de vida allí rápidamente estableces lazos con la gente. Es una experiencia única y si alguien tiene posibilidad de ir allí por un tiempo se lo recomiendo al 100%.
Como resultado de la residencia pronto tendré terminado un cuento ilustrado para niños que cuenta las historias de algunos de los animales y Víctor está editando las fotos y vídeos que realizó. Esperamos poder hacer pronto una exposición conjunta con todo el material que sirva para concienciar a la gente sobre el drama del tráfico de animales.
¡Hasta pronto!
🙂