El día de los muertos

En Bolivia, a primeros de noviembre se celebran dos fiestas por todo lo alto en memoria a los muertos con una serie de rituales y costumbres muy característicos. El día 1 se celebra Todos Santos, fiesta de la tradición católica cristiana, y el día siguiente es el día de los difuntos, una costumbre originariamente pagana.

tumba y masitas

En los días anteriores a la fiesta he tenido la suerte de poder participar en un evento único para pintar murales dentro del cementerio de La Paz, que yo sepa el único cementerio del mundo que ha permitido o más bien dicho, incentivado, a que se realicen murales y grafitis en su interior.

La iniciativa se llama Ñatinta y el responsable del cementerio, que es todo un personaje con un sentido del humor bien particular, quiere que se repita en los próximos años (si el departamento de cultura no lo veta). Ñatinta ha sido coordinado por el área de artes visuales del mARTadero. Este primer año hemos participado unos 15 artistas nacionales e internacionales elaborando murales cada uno a su estilo, relacionados de alguna manera con el día de los muertos. Aunque me da pena decirlo, yo fui la única representante del género femenino en esta edición.

Así que unos días antes de Todos Santos me fui para La Paz en un autobús (“flota”) nocturno junto con otros participantes Cochabambinos. Era la primera vez que pisaba la terminal de autobuses de Cocha y me impresionó el caos de gente yendo y viniendo mientras los vendedores de billetes gritaban los destinos de los autobuses a diestro y siniestro como si vendieran pescado en el mercado.

El viaje fue bien, los asientos del bus se reclinan hasta convertirse en prácticamente en una cama. La pega es el frío tremendo que hace dentro. Por suerte fui sentada con la organizadora que llevaba un saco de dormir que compartimos. Ahora comprendo porque se ve tanta gente enrollada en mantas en la terminal.

En total estuve en La Paz cinco días. Dormimos en un albergue que esponsorizaba el proyecto. El primer día fuimos al cementerio y cada uno escogió el muro donde quería pintar. Yo, como era la primera vez que pintaba un mural escogí un muro pequeñito. Por la tarde di un paseo por la zona antigua de La Paz (llamada la zona de las brujas, por la cantidad de filtros amorosos y otros remedios y pociones en polvo que se venden por la zona).

la paz

Tengo que decir que La Paz no me gustó demasiado. Realmente es una ciudad fascinante que impresiona por su estructura y por el ritmo acelerado y caótico que se respira, pero no me gustaría vivir aquí.

Aunque el primer día lo pasé sin demasiados síntomas de mal de altura (Sirochi) a pesar de estar a casi 4000 metros, después de pasar el segundo día pintando a la intemperie con un sol de justicia me empecé a encontrar realmente mal. El tercer día pensé que no podría continuar. Llegué no se ni como al cementerio y tuve que pintar sentada en el andamio porque no me aguantaba en pie. Pasadas unas horas me pusieron un toldo gigantesco para protegerme del sol.

silvia y cholicia

Por primera vez en mi vida me sentí realmente como una artista: tuve a siete personas trabajando lo menos una hora para colocarme el toldo. Realmente eso hizo la diferencia, poco a poco me fui recuperando y pude concluir el mural después de cuatro días de intenso trabajo.

La experiencia en conjunto fue una maravilla. El resto de muralistas, incluso los más consolidados y los más jovencitos son súper majos. Nada que ver con el rollito de los “artistas contemporáneos”.

El hecho de pintar en un cementerio, que podría parecer un ambiente poco alentador, fue lo mejor de todo. Ignoro si todos los cementerios de Bolivia son como éste, aunque creo que no. Este cementerio tiene casi tanta vida como una plaza pública. Hay un montón de señoras que hacen allí su negocio alquilando escaleras de madera (cada una las pinta de un color diferente para distinguirlas), varios perros correteando a su antojo, el personal de mantenimiento del cementerio con la música a tope haciendo bromas sin parar, y gente yendo y viniendo a pasar un rato con sus muertos, cuyas lápidas están llenas de objetos varios, sobretodo versiones en miniatura de refrescos y cervezas. También muchos escolares atraviesan el cementerio para ir al colegio ya que la salida de teleférico está muy cerca.

Cuando el mural empezó a tomar forma muchas personas empezaron a pararse a charlar y felicitarme. Incluso hice tres o cuatro entrevistas para diversos medios y un par de personas me preguntaron si pintaba nichos por encargo.

cholicia

En mi mural intenté que aparecieran los elementos característicos de la celebración del día de los muertos en La Paz, que son las ñatitas (cráneos de los muertos que el día 8 de Noviembre se desentierran y se les da de comer, beber y fumar), los altares llenos flores,  comida, sobretodo la preferida del muerto, y otras cosas como las escaleritas de pan que facilitan la bajada al difunto y las tanta wawas, que son muñequitos de pan con carita de cerámica.

Se supone que el muerto baja a reunirse con la familia el día 1 de Noviembre, que se celebra de puertas para adentro y el día 2 la mesa altar se traslada al cementerio desde donde el alma vuelve a partir. Así que el día 2 el cementerio está lleno de comida y la gente va a rezarle a los muertos ajenos a cambio de deliciosas “masitas”.

ñatitas

Un elemento más personal del mural es la referencia al cuento de Alicia en el país de la maravillas. La idea de incorporarlo se me ocurrió al indagar un poco y conocer mejor la manera en que es vista aquí la muerte, no como final de la vida, sino como un paso a otra forma diferente de la misma. También lo psicodelia de los altares me pareció muy emparentada con el país de las maravillas.

Al final la obra, que debía llamarse El sentido de la memoria en el silencio de la mente acabó siendo conocida como Cholicia (aquí se llama cholitas a las mujeres que conservan el look tradicional de falda ancha, pollera y trenzas).

columpiando

Por circunstancias de la vida lo que se dice ver con nuestros propios ojos, al final solo vimos el Halloween que colonizó el paseo del Prado donde vivimos (con hordas de niños disfrazados intercambiando caramelos) y la wayunka en Tiataco, un pueblo cercano a Cochabamba, que es una celebración posterior al día de los muertos donde la gente se reúne para realizar una especie de ritual en que las mujeres son columpiadas y tienen que agarrar con los pies un cestito colgado, símbolo de fecundidad.

columpio

Lo más característico de la fiesta es la comida, con decenas de paradas donde se cocinan manjares diversos, y la bebida, especialmente la chicha, una bebida alcohólica típica que seguimos sin probar por temor a pillar otra vez mal en la tripa.

esplanada

También había venta de cerámicas y una peculiar parada donde podemos saber el peso ganado durante las fiestas 🙂

mucho peso

Bueno, pronto seguiremos informando. Por cierto, buenas noticias, por fin tenemos internet en casa (ha costado un mes y muchas quejas conseguirlo) y también nuestro visado de permanencia (¡¡¡¡yuhuuuuu!!!!).

12 comentarios en «El día de los muertos»

    • Gracias Toni, sí, es bastante diferente verdad? aunque opino que la esencia se mantiene :). La que si va a sorprendente para bien o para mal es la serie de collages en la que estoy trabajando ahora… Pronto veréis imágenes :). Un abrazo fuerte!

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  1. Silvia,
    Es una maravilla ese mural. Una maravilla!!! Las peculiaridades y la energía del sitio te inspiraron poderosamente. Y la presencia de Alicia en medio de todo eso me remitió a obras tuyas anteriores con cierto cariño.
    En el fondo, Alicia eres tú!
    Muchas ganas de seguir leyendo tus aventuras.
    Un beso grande.

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    • Muchas gracias Alain :). Realmente durante el proceso aprendí muchas cosas interesantes y sobretodo tuve tiempo de sentir la energía del lugar como tu dices. Estoy feliz de haber venido. Un beso enorme!

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  2. Muy enriquecedora e interesante la forma de recordar a los difuntos en América central, uniendo sus recuerdos y costumbres ancestrales con la cristiana.

    Un mural lleno de vida, como corresponde a la muerte.

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    • Si, es muy interesante ver que no todo el mundo concibe la muerte de la misma manera, de hecho la visión de acá me parece más coherente con lo que es la la vida, ya que la aceptan como lo que es, una transformación continua en la que la muerte es un estado natural y necesario.

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